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Piedra Rosetta (British Museum)

Piedra Rosetta (British Museum)

 

La conocida como Piedra Rosetta es un monolito de 112x75x28 cm y 760 kg de peso que se conserva y se exhibe en el Museo Británico de Londres. Es en realidad un edicto del faraón Ptolomeo V publicado en Menfis en 196 a.C. Descubierta en 1799 por el soldado Pierre-François Bouchard durante las campañas de Napoleón a Egipto, pasó poco después a manos de los británicos.

 

La Piedra Rosetta es famosa por ser un raro ejemplo de texto escrito en tres sistemas de escritura de la Antigüedad y por haber servido para traducir los jeroglíficos egipcios. Contiene un mismo texto pero escrito primero en jeroglíficos egipcios, a continuación en escritura demótica egipcia (forma simplificada de los jeroglíficos usada en textos legales y comerciales) y en griego antiguo.

 

Es por ello que se ha convertido en un símbolo para traductores y lingüistas.

 

¿Por qué no vemos algo más concreto de cómo se descifraron sus jeroglíficos?

 

Fueron muchos los que desde la Antigüedad intentaron descifrar la escritura jeroglífica, así por ejemplo Horapolo (s. IV) en su obra Hieroglyphica analiza casi 200 jeroglíficos, en muchos casos indicando su significado correcto, pero con explicaciones erróneas, y sobre todo atribuyendo un carácter simbólico a los jeroglíficos ignorando su valor fonético, error en el que cayeron todos los autores que intentaron posteriormente descifrar la escritura jeroglífica: Dhul-Nun al-Misri, Ibn Wahshiyya, Johannes Goropius Becanus, Athanasius Kircher o Jörgen Zoega.

 

Ya en 1761 Jean-Jacques Barthélemy había sugerido que los signos enmarcados en cartuchos debían de tratarse de nombres propios. Pero fue Thomas Young quien dio pasos importantísimos en el desciframiento de los jeroglíficos. Así, hacia 1814 descubrió la similitud entre la escritura demótica y la jeroglífica y que la escritura jeroglífica era mixta (fonética y logográfica). Además, por sugerencia de Silvestre de Sacy, identificó el valor fonético de los nombres propios de los cartuchos con ayuda del texto en griego presente en la Piedra Rosetta.

 

El nombre en jeroglífico:

Ptolomeo Jeroglífico

 

pudo ser identificado con la palabra en griego

Ptolomeo greek

 

o sea, Ptolemaios (Ptolomeo).

 

A partir de ahí se pudo ir estableciendo equivalencias entre los tres sistemas de escritura:

 

Ptolomeo Hier Dem Greek

 

Con todo este material trabajó Jean-François Champollion (1790-1832), a quien se atribuye el desciframiento pleno de los jeroglíficos  El análisis de los signos de otros nombres entre cartuchos permitió a Champollion crear un “alfabeto” de los jeroglíficos egipcios con sus equivalencias en demótico y griego.

 

Ptolmis Kleopatra

 

Tableau des signes phonetiques
Tabla de signos fonéticos de Champollion

 

Champollion fue desarrollando el estudio de los jeroglíficos a través de diversas obras hasta culminar con una Gramática egipcia y un Diccionario egipcio de escritura jeroglífica (ambos publicados póstumamente).

 

Champollion descubrió que la escritura jeroglífica constaba de signos ideográficos, fonéticos y determinativos.

 

Ejemplo de signo ideográfico sería  que significa ‘Sol’ (y el dios Ra, el Sol).

Ejemplos de signos fonéticos serían  y  , que juntos darían

 

Y ejemplo de signo determinativo sería , que se usaba para indicar a un dios o un rey.

 

¿Por qué no estudiar jeroglíficos?

 

 

 

AGESTRAD Lenguas criollas por el mundo

 

La palabra «criollo» viene del portugués crioulo, que significa «negro nacido en las colonias» y cuya etimología latina, criare, quiere decir «alimentar» o «crecer». Por lo tanto, hace referencia al origen de cualquier persona africana, europea o mestiza que haya nacido y crecido en las colonias. El sentido de la palabra fue ampliándose poco a poco y, hoy en día, también nos referirnos a ella como a una lengua.

Las lenguas criollas son nuevos idiomas formados a partir de una o varias bases lingüísticas. Nacieron en los siglos XVI y XVII como resultado de la expansión europea en el Nuevo Mundo. Las primeras lenguas criollas surgieron probablemente en las plantaciones en las que trabajaban los esclavos, que mezclaban lenguas europeas, africanas y amerindias. En general, su gramática se basa en la africana, mientras que su léxico se parece más al europeo. Se trata de lenguas orales y, aunque existan diccionarios para algunas de ellas, muy pocas son escritas.

Un estudio realizado en 1977 por Ian Hancock, doctor en Lingüística de la Universidad de Texas, registró un total de 127 lenguas criollas diferentes en todo el mundo y los clasificó en función de su base lingüística. Aquellas con una base inglesa son las más numerosas (35 países), seguidas por aquellas con base africana (21 países), francesa (15 países) y portuguesa (14 países).

Están repartidas por todo el mundo, excepto en Europa. De hecho, en nuestro continente hay un único lugar en el que se habla una lengua criolla: Gibraltar. Allí encontramos el yanito, también conocido como spanglish, que es una mezcla de inglés y de español. Por otro lado, el mayor número de hablantes de una lengua criolla se encuentra en las Antillas. Lo cierto es que los lingüistas especializados en lenguas criollas han detectado que se trata, generalmente, de lenguas insulares, pero no conocen con certeza las razones de este fenómeno.

No obstante, estas lenguas son oficiales en muy pocos países. Por ejemplo, en Haití o incluso en las Seychelles, donde el inglés, el francés y el criollo son lenguas cooficiales.

¡Hasta pronto! O, como diríamos en Guadalupe, ¡a dan on dot soley!