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Mambrú en la guerra

Mambrú en la guerra

 

Todas las lenguas han necesitado a lo largo de su historia incorporar realidades de origen extranjero. Esto se puede hacer de muchas maneras: mediante barbarismos, adaptaciones, calcos, eufonías

 

Algunos casos, como los que comentamos a continuación, son muy curiosos:

 

Así por ejemplo, los llamados etnónimos(denominación de un pueblo) y exónimos (denominación que recibe un lugar geográfico o una nación por parte de un pueblo extranjero).

 

Ya Julio César indica en su Guerra de las Galias que los que ellos llamaban galos, se denominaban a sí mismos celtas.

 

Los que en muchos idiomas llamamos siouxse denominan a sí mismos lakota, dakota o nakota (en función del dialecto), y es el origen del nombre de dos de los estados de EE.UU. (Dakota del Norte y Dakota del Sur).

 

Los que llamamos apachesse denominaban a sí mismos inde, dine o nide, que significa “el pueblo”. El nombre de apache en realidad le fue puesto por los españoles, y aunque tiene un origen incierto se ha sugerido que podría venir de la palabra zuñi apachu ‘indios navajos’, del yavapai pache, es decir, ‘enemigo’, o incluso del español mapache.

 

Otros exónimos curiosos son włosi, que es como los polacos llaman a los italianos (emparentado con el celta volcae, el godo *Walhs y el antiguo eslavo volojo, con que se denominaban a los pueblos románicos en general); niemcy(que vendría a significar ‘mudos’), que es como los rusos llaman a los alemanes; tedesco, que es como llaman los italianos a los alemanes; etc.

 

Por otro lado, los chinos se denominan a sí mismos han o zhong guo ren; los esquimales, inuit o yupik; los albaneses, shqiptar; los finlandeses, suomi… aquí nadie se llama como es.

 

Otros casos curiosos son las adaptaciones fonéticas, como las eufonías. Así, en América hay un sitio que sus habitantes llamaban Cuauhnáhuac, y como los españoles no podían pronunciar eso, pues acabó siendo Cuernavaca.

 

Y qué decir del encantador Mambrú de nuestra canción infantil “Mambrú se fue a la guerra…”. Pues que es en realidad nada más y nada menos que John Churchill, duque de Marlborough, quien participó en la Guerra de Sucesión Española. Pero claro, lo de mambrú es más fácil de pronunciar. Y así se quedó en español cuando se adaptó la canción del francés, canción que, por cierto, cuenta con diferentes versiones en muchas lenguas.